Algo que siempre me llamó la atención, es la cantidad de veces que los creyentes de las religiones evangélicas, nombran al demonio...
Permanentemente lo nombran: demonio, satán, diablo, satanás...
Realmente, para mí, es solo una palabra, al igual que Dios...
Nuestra presidente, demonizando al demonio, nombra permanentemente a clarín...
La gente común, como no está en campaña permanente, no necesita demonizar nada...
Solamente, recurrimos al cuco o al hombre de la bolsa, para que los niños tomen la sopa o se vayan a la cama...
Me parece que de este folclore, nace la macabra idea...
Satán y clarín...Clarín y satán...